Los reportes de sostenibilidad con la metodología GRI G3.1 han sido de gran aporte a muchas organizaciones para empezar a generar un accountability de sus prácticas en materia de sostenibilidad. Sin embargo, el desafío hoy no es la cantidad de indicadores que reporten, sino el foco de la materialidad de la información y procesos de gestión que están detrás de cada indicador. ¿Cuántas lo lograrán?
Fernando Parada*
Los reportes de sostenibilidad han significado una verdadera puerta de entrada a este mundo de una forma más concreta dentro de la organización. Ahora bien, muchas veces las empresas se embarcan en realizarlos porque un cliente se los pide, la competencia los está desarrollando, o bien ven la necesidad de comunicar mejor lo que ya realiza.
Sin embargo, ll punto a destacar aquí refiere a la importancia que adquiere esta herramienta, cuando se logra conectarla de verdad con los temas importantes para la organización y la gestión asociada en materia de sostenibilidad. Recuerdo un Gerente General de una gran empresa minera que me señalaba que ellos llevaban muchos reportes de sostenibilidad realizados, pero que no sabía ni entendía bien cuál era el real impacto de generarlos, ni dónde claramente estaba aportándoles valor en la organización, y si bien consideraba que la constituían en sí una buena práctica, éstos no tenían un peso de mayor relevancia en el negocio.
Un síntoma similar al ejemplo señalado se puede apreciar también en empresas cuyos ejecutivos ven demandados grandes esfuerzos para sistematizar la información y datos requeridos para los reportes, añadiendo la complejidad de que en algunas ocasiones resulta complejo generar dicha información. Lo importante de señalar es que, si un reporte estuviera bien conectado con la gestión de la empresa, no tendrían que existir grandes esfuerzos en levantar la información necesaria, ni deberían aparecer cuestionamientos o no entendimiento de su valor agregado.
Aquí quiero conectar lo expresado con otro asunto: cantidad versus calidad de los reportes de sosteniiblidad. Voy a ejemplicar este tema: actualmente, a nivel de políticas públicas, algunos países han impuesto la obligatoriedad de los reportes de sostenibilidad, o bien, han creado mecanismos como el “reporte o explique”, donde las empresas u organizaciones que no los elaboran deben enviar una carta a la autoridad pertienente, redactada por la máxica autoridad de la empresa, explicando por qué no reportan su desempeño sostenible. Ahora bien, esta obligatoriedad de los reportes de sostenibilidad también genera un impacto que se hace sentir en la calidad de los reportes: se empieza a tener un gran número de empresas reportando, pero este hecho no significa que la calidad de información reportada sea excelente, entendiéndose por esto que sus partes interesadas comprendan con claridad lo que la empresa quiere decir, que la información sea útil, y que no sólo se señalen las prácticas positivas de la empresa, sino que también aquéllas que tienen oportunidades de mejoras.
“…los indicadores GRI que se reportan pasan previamente por un buen proceso de materialidad, como lo señala por ejemplo la ISO26000 determinando claramente qué es lo pertinente e importante, el resultado es un reporte que profundiza dentro de la cadena de valor lo más relevante, permitiendo a la empresa año a año el acortamiento de brechas de la gestión en aquellos temas prioritarios.”
Así también, cuando a nivel de una empresa el mandato del Gerente para el reporte es llegar al nivel máximo del G3.1 (A+) y la meta entre un año y otro es reportar cada vez más indicadores, lo que sucede es la trampa de la cantidad que puede atentar respecto a la calidad de lo que se quiere mostrar, además de no estar necesariamente conectado tan claramente con la gestión de la empresa.
La reciente versión G4 de reportes de sostenibilidad tiene dentro de sus principales innovaciones respecto a su versión anterior, fortalecer el foco de la materialidad de la información y procesos de gestión que están detrás de cada indicador. De esta forma, se centra en lo realmente pertinente para la organización y en el esfuerzo de comunicar cómo se están tomando decisiones y acciones en base a lo reportado.
Aquí es donde esto se empieza a conectar con mayor fuerza con la Norma de Responsabilidad Social ISO26000, la cual señala, en el marco de la integración de la responsabilidad social en una gestión, que luego de la necesaria sensibilización y alineamiento de lenguaje con los ejecutivos responsables de toma de decisiones, es preciso avanzar en el análisis de pertinencia e importancia en sostenibilidad. Esto significa básicamente señalar qué temas o asuntos (entre los mencionados en forma exhaustiva por la ISO26000 en sus principios y materias fundamentales) son aquéllos realmente pertinentes, vale decir, aquéllos que están relacionados con el core de la organización y/o expectativas de las partes interesadas prioritarias.
Una vez realizado este análisis de pertinencia, se debe establecer un orden de prioridad, focalizando las acciones en aquellos ámbitos de sostenibilidad que mayormente afectan a la organización desde la visión de riesgos, impactos u oportunidades en la cadena de valor de la empresa. Este proceso señalado de la ISO26000 se complementa con el análisis de materialidad de los reportes, dado que lo que se busca es reportar una cantidad de indicadores materiales y pertinentes para la organización y sus partes interesadas. Y que este ejercicio, les haga sentido a los ejecutivos, al punto de permitirles gestionarlos de forma fluida en su trabajo en el día a día de la empresa.
Por tanto, la premisa de “lo que no se mide no mejora”, ha ayudado mucho a mover a las empresas a tener reportes de sostenibilidad, como por ejemplo G3.1 del GRI, lo cual ha sido una enorme contribución a instalar esta temática en los comités ejecutivos, en las decisiones que toma la empresa y en poner sobre la mesa la importancia de relacionarse con otras partes interesadas además de los clientes. Con el G4 y la nueva generación de reportes, el énfasis está más bien en “dime cómo mides y te diré qué resultados tienes”. Desde esta perspectiva, los esfuerzos se centran en reportar tal vez menos indicadores, pero sí representativos de los temas prioritarios y relevantes para la empresa y las partes interesadas, mostrando además de los resultados cuantitativos, los procesos que acompañan la toma de decisiones respecto a los mismos.
Cuando los indicadores GRI que se reportan pasan previamente por un buen proceso de materialidad, como lo señala por ejemplo la ISO26000 determinando claramente qué es lo pertinente e importante, el resultado es un reporte que profundiza dentro de la cadena de valor lo más relevante, permitiendo a la empresa año a año el acortamiento de brechas de la gestión en aquellos temas prioritarios.
De esta manera, los reportes de sostenibilidad cobran mayor sentido tanto para los ejecutivos de la organización como para sus partes interesadas, sobre todo al permitir la toma de decisiones que permiten mejorar continuamente lo que se realiza, con una mirada de negocio que confluye con la gestión integrada de la sostenibilidad.
*Gerente General del Centro Vincular, Chile. Asimismo, ha focalizado su trabajo en el desarrollo e implantación de herramientas para la gestión de adquisiciones responsables para grandes empresas, como Sodimac, Chilectra y la Asociación Chilena de Seguridad y es docente del Diplomado en Gestión de Responsabilidad Social y de cursos para Pymes encadenadas a grandes empresas.