El 2017 fue declarado como “el año de las Energías Renovables”, sin embargo, el presupuesto nacional todavía prevé grandes inversiones en plantas térmicas e hidrocarburos, y al problema de la falta de inversión en energías renovables, se suma la falta de implementación de políticas relacionadas a la eficiencia energética.
Los combustibles fósiles están considerados como la principal fuente de generación de electricidad a nivel mundial. En Argentina, según los últimos datos disponibles del Balance Energético Nacional, correspondiente a 2015, el 85,7% de la generación eléctrica proviene del gas y del petróleo, mientras que la energía eólica participa un 0,2% del balance, y la solar genera el 0,002%.
Las tendencias mundiales basadas en el cuidado del medioambiente, concientizaron a las industrias en implementar tecnologías que produzcan energía con recursos renovables como el sol, el viento y la biomasa, procurando un mundo limpio y sin contaminaciones. Si nos comparamos con Brasil, Chile o Perú, Argentina está muy
por debajo a pesar de tener un territorio tan extenso con mucho potencial en recursos naturales, donde hay zonas en las que el viento es muy fuerte, y otras donde el recurso solar es enorme. Respecto a la situación actual de la industria en relación a la eficiencia energética, como en el resto de la región, la concientización de la necesidad de ahorro energético es muy baja. Sin embargo se empieza a observar un cambio de mentalidad incipiente, tanto en empresas como en el sector público.
En Argentina, el presupuesto todavía prevé grandes inversiones en materia de hidrocarburos y plantas térmicas. Si se analizan las partidas presupuestarias del sector energético, por cada $1 invertido en energías renovables y eficiencia, se invierte $160 a la generación de combustibles fósiles y subsidios a tales energías. Según el informe “El presupuesto climático rumbo al 2017”, publicado por Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), “el 90% de las partidas identificadas al sector corresponden a la generación de energía a través de carbón, petróleo, gas, grandes hidroeléctricas, nucleares y subsidios para las mismas. El 77% de las partidas contrarias se corresponden a subsidios para la generación y el consumo de energía producida a través de petróleo y gas, un 12% a partidas asociadas a la generación y el transporte de gas, el 9% a petróleo y el 2% se corresponde a energía nuclear”.
Por su parte, el 1% compatible corresponde a medidas para el planeamiento estratégico de la energía, proyectos de energías renovables en mercados rurales, generación eléctrica a través de energía eólica y cuestiones vinculadas al uso racional y eficiente de la energía. El mayor problema actual no es la falta de inversión en energías renovables, sino la falta de implementación de políticas relacionadas a la eficiencia energética. “Es necesario cambiar el layout de las plantas para consumir menos electricidad, gas y agua, y así obtener más y mejores beneficios. Entre ellos, nada menos que mejorar la potencia de la planta y ahorrar dinero. Si la eficiencia energética es mayor, entonces será menor la cantidad de energías renovables en las que se deberá invertir”, afirma José Montoro, Responsable comercial de EIT Group.
El parque térmico actual es ineficiente, tiene alta proporción de equipos obsoletos quemando combustible, por lo que si no se realizan inversiones, el sistema eléctrico colapsaría y nos quedaríamos sin energía. Por otro lado, se importan combustibles fósiles caros, pre-pagados y exonerados de impuestos locales, lo que produce una gran salida de divisas que representa una de las principales restricciones al crecimiento de nuestra economía. Es necesario mejorar la eficiencia de los procesos industriales con el fin de maximizar los consumos energéticos, para que de esta manera, cuando la energía logre balancearse, los nuevos proyectos energéticos comiencen a orientarse hacia las renovables.
“ES necesario cambiar el layout de las plantas para consumir menos electricidad, gas y agua, y así obtener más y mejores beneficios. Si la eficiencia energética es mayor, entonces será menor la cantidad de energías renovables en las que se deberá invertir”, afirma José Montoro, Responsable comercial de EIT Group.
Con el cambio de gobierno y los acuerdos de la COP de París en 2015, se presentó un gran desafío para las empresas que debieron adaptarse al nuevo modelo propuesto en energías renovables y eficiencia energética. Las licitaciones tuvieron un gran éxito, ya que este gobierno abrió las puertas a más participantes. La nueva Ley de Energías Renovables Nº 27191 propone un aumento gradual del uso de energía eléctrica aportada por fuentes renovables, estableciendo un 8% de la matriz nacional en 2017; un 16% en 2021 y un alcance del 20% en 2025. Sin embargo, la Ley de Eficiencia Energética aún no fue promulgada. Esta demora impide sumar utilidad tanto al sector industrial, residencial y comercial para ser más eficientes. Energías renovables y eficiencia energética son dos temas que deben ir de la mano. “Las nuevas reglamentaciones facilitan una comprensión de la importancia que tiene buscar en la eficiencia energética una forma de hacer mejor los negocios. Creo que todavía queda mucho terreno para mejorar y seguir generando políticas públicas de incentivo para el ahorro de energía en empresas y como sociedad en general”, concuerda Tirso Gómez Brumana, Director de Asuntos Corporativos de BGH.
Ahorrar energía para producir mejor
La mayoría de las empresas piensan que tienen que invertir en energías renovables y eso significa modificar toda su estructura, pero no están pensando si su planta funciona de manera eficiente. De acuerdo a los especialistas, el primer paso es mejorar la eficiencia energética para consumir menos, ahorrar más y producir mejor, y de esta manera tener mayor margen de inversión. “En este sentido creemos vital que se interprete que el ahorro de la energía es tan necesario como la generación de energía de renovables. Es muchas veces menos costoso ahorrar 1 kw/h de energía que invertir en generarlo”, analiza Gómez Brumana.
A nivel internacional, las energías renovables son más baratas que la energía térmica. En Argentina, debido a los subsidios, hoy el megavatio es más barato, pero una vez que logren sincerar y ajustar las tarifas, las inversiones van a orientarse casi automáticamente hacia la energía verde. Para que esto suceda, es necesario tener en cuenta dos aspectos: por un lado, la transparencia del precio real de la energía, y por otro, la conciencia social que genera la misma. “En el primer caso hablamos de un tema puramente económico, las empresas necesitan ahorrar para ser competitivas y poder absorber, en la medida de lo posible, esos incrementos. En el segundo, además del tema económico, nos encontramos con el factor medioambiental, la conciencia social que hace que sea necesario considerar factores como la reducción de emisiones de CO2”, explica Montoro.
“Creemos vital que se interprete que el ahorro de la energía es tan necesario como la generación de energía de renovables. Es muchas veces menos costoso ahorrar 1 kw/h de energía que invertir en generarlo”, analiza Tirso Gómez Brumana, Directo de Asuntos Corporativos de BGH.
El residencial es el cliente más grande de Argentina, por lo que lograr que sea más eficiente y consuma menos es beneficioso para el país en lo medioambiental y en lo económico. El proyecto de Ley de Generación de Energía Distribuida, que ya se aprobó en algunas provincias como Salta y Jujuy, tiene el objetivo de incentivar a los residentes particulares para que instalen paneles solares que permitan tomar la radiación del sol para convertirla en electricidad, y a su vez, la energía sobrante pueda ser inyectada a la red de distribución. “Hoy todavía no es viable legalmente ni tampoco el país está preparado para un cambio brusco, pero si llegara a estar bien regulado se puede aspirar a un mercado de competencia perfecta, ya que el mayor consumidor dejará de consumir energía térmica”, explica Montoro. Y destaca la importancia de que estos cambios se hagan a partir de inversiones privadas y particulares, sin dinero ni subsidios estatales. Otra interesante herramienta es la demanda flexible: allí los usuarios de energía pueden ofrecer reducir su consumo de la red en situaciones de pico, recibiendo una retribución por ello.
Según explican, para que las empresas inviertan en energías renovables son necesarias más barreras y presiones, sobretodo, para Edenor y Edesur, que son quienes deben comprar para distribuir. Para que estos mecanismos funcionen, es necesario regresar al cumplimiento de la aplicación de la Ley 24.065, devolver al mercado eléctrico plena vigencia, con transparencia en los precios y costos reales y a los consumidores su derecho a elegir el proveedor de energía, tanto renovable como convencional, y negociar las condiciones de suministro libremente.
En Argentina, tradicionalmente para producir más se ha debido consumir más energía. Pero en el mundo se está trabajando, desde las políticas públicas sostenibles en el tiempo, para producir más consumiendo menos. Teniendo en cuenta que las PyMEs en nuestro país son las responsables de casi el 90% de la economía local, no hay un apoyo a la eficiencia energética desde este sector: ninguna va a invertir a priori en eficiencia, salvo que realmente tenga un problema estructural. La realidad es que las Pymes necesitan ganar mercado y eso no se mide de acuerdo a si es más eficiente o es más sustentable. “No hay un apoyo o una educación en eso, creo que se va a lograr con el látigo, con la ley y otorgando créditos. Siempre de la mano de la industria”, afirma Montoro.
¿Importar o producir?
De la misma forma, el equipamiento de bajo consumo es importado. Es necesario que el Gobierno implemente una reglamentación que impulse el desarrollo local. “Trabajamos con el ministerio de producción, para plantear temas relacionados con los productos que se producen acá para que no se traigan de afuera y desarrollemos el mercado local”, declara el responsable comercial de EIT Group.
Expectativas y largo plazo
El futuro de la Argentina en materia energética es ser eficientes, no solo por el cambio climático, sino por cuestiones económicas. El futuro son las energías renovables, el presupuesto destinado a ellas en todos los países tiende a aumentar y los costos están bajando. “Siguiendo la reglamentación, para fin de año todos deberían tener el 8% de energías renovables, pero acorde a la tendencia mundial, se debería lograr un 80/20. Por la capacidad del país, la energía solar será la primera en realizarse, y le seguirá la eólica”, revela Montoro.
“Las perspectivas a futuro, tanto para la industria en general como para nuestra empresa en particular son muy auspiciosas, en la medida en que continúe la toma de conciencia de la importancia de optimizar la energía”, declara el Director de Asuntos Corporativos de BGH. Más práctica y económica, la eficiencia energética es considerada la energía más rentable, que genera competitividad y reduce considerablemente el impacto sobre el medio ambiente.
Para que esto ocurra, es necesario reducir la salida de divisas como resultado de importaciones energéticas, incorporar entre 5000 y 7000 MW en los próximos 4 años (en función del crecimiento real del PBI y la sustitución del parque térmico que se determine), tener disponible en forma inmediata potencia adicional, abaratar la matriz eléctrica actual y generar mayor número de trabajos locales en el sector.
Eficiencia Energética (IPEEC, por sus siglas en inglés), con el objetivo de trabajar conjuntamente en la implementación de políticas y medidas de eficiencia energética.
Las energías provenientes de centrales basadas en fuentes renovables son la principal opción presente para satisfacer el crecimiento de la demanda porque son las que pueden instalarse más rápidamente, permiten diversificar la matriz tecnológicamente generando en forma descentralizada, más cerca del consumo e impulsando las economías regionales, convirtiéndose en un motor de desarrollo industrial y tecnológico nacional. Además, aumentan la seguridad energética y la certeza de que habrá energía disponible para satisfacer la demanda a un precio competitivo, para lograr crecimiento económico y bienestar de los ciudadanos en forma sostenible a largo plazo.
Para poder orientar a la Argentina hacia un cambio de paradigma energético, es necesario evitar concentrar la demanda en las subastas, perdiendo de vista las ventajas del modelo de energía distribuida; remover barreras financieras; promover el desarrollo de la industria nacional y determinar políticas industriales activas en los componentes de la cadena de valor de cada una de las tecnologías en las que podamos ser competitivos. Inversiones en infraestructura, establecer un marco regulatorio que propicie la generación distribuida y el desarrollo de tecnología para una mejor medición de energía consumida o inyectada a la red por los consumidores-generadores, complementarán la mejora de la eficiencia del sistema.
“Si bien está habiendo movimiento, no es el que esperábamos. Me gustaría que haya más apoyo legal para poder implementar las renovables en la matriz energética. Y realmente que acompañe a un desarrollo de la industria local para poder realizar una implementación transversal”, concluye Montoro.