Macoser y Energe son dos ejemplos de empresas argentinas que surgieron de emprendimientos innovadores. Sus objetivos: acercar productos de la vida cotidiana que funcionan a partir de energías alternativas.
La tendencia mundial va en busca del desarrollo de productos que logren cambiar hábitos de nuestra vida cotidiana a través de la utilización de energías alternativas. Y si se trata de innovar, en algunos países europeos ya reemplazaron la tradicional cocina eléctrica o a gas por la de inducción magnética. La buena noticia es que en Argentina no estamos tan lejos. Y así como fue Aurora en su momento, hoy está la marca Florencia, producida por la empresa Macoser, quienes fueron los primeros en el país en desarrollar la cocina a inducción magnética.
¿Cómo funciona? Simple, se junta una bobina magnética a una eléctrica, eso genera un campo electromagnético que al agregarle un metal ferromagnético, es decir la cacerola, se genera energía calórica. “El contexto del país hizo propicio este tipo de equipos con la necesidad de buscar eficiencia energética, el cuidado del medio ambiente y la optimización de los tiempos, nos ubica en “el producto ideal en el momento justo”, enfatiza Daniel Russo, analista de ventas de la compañía que tiene su planta en la localidad de San Francisco, provincia de Córdoba.
La principal diferencia radica en que la cocina eléctrica tradicional utiliza resistencias eléctricas para calentar la superficie para después calentar los recipientes, mientas que el anafe a inducción genera el fenómeno de inducción electromagnética y calienta directamente el recipiente en un solo paso, por lo que es mucho más eficiente y económica. Para ir a un ejemplo concreto: “Un litro y medio de agua se hierve en 4 minutos con el método a inducción, con el gas, en 6 y ½, y con la eléctrica en 9”, explica Russo.
Baños con energía solar
Andrés De Lucía es uno de los fundadores de Energe, la compañía que se animó hace nueve años a incursionar en productos a energía solar y desarrolló, con diseño propio, el termotanque solar.
Su funcionamiento es tan simple como el de la cocina: un captador solar recibe la radiación del sol y calienta un fluido (alcohol). Ese fluido caliente sube hacia un tanque lleno de agua y traspasa el calor. Con el equipo más chico de 90 litros, se puede abastecer el consumo de una familia tipo.
Certificado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el ahorro de la energía que se utiliza para calentar agua es de un 80%. “No sólo estamos generando un gran ahorro de energía sino también alargamos la vida útil del calefón que uno tiene en la casa. Estos sistemas son complementarios, hay ciertos días cuando no hay sol que se va a necesitar el uso del calefón”, admite De Lucía, uno de los tres socios que comenzó con este emprendimiento a partir de un programa de incubadora de empresas de la Universidad Nacional de Cuyo.
El desarrollo de la empresa les permitió con los años dejar el garaje donde funcionaba, ampliar la superficie de trabajo y brindarle trabajo a más de 25 personas. “En el desarrollo del producto, nos acompañaron más de 40 proveedores de la provincia de Mendoza, que tuvimos que introducirlos en este nuevo mundo y hacerles cambiar algunos procesos para abastecernos”, explica De Lucía y agrega: “La marca Longvie nos representa y eso nos dio mucha visibilidad y llegar a más personas”. Aunque la revolución llegó a sus vidas con el llamado de telefónico que recibieron del Presidente Mauricio Macri. “Hola, habla Mauricio Macri, quiero un equipo para la Quinta de Olivos”, recuerda entusiasmado De Lucía reproduciendo el momento del llamado. Finalmente, el Presidente eligió el de 180 litros.
Ahorro a largo plazo
Si bien todos estos productos producen un gran ahorro de energía, todavía falta un largo camino por recorrer en relación al costo-beneficio ambiental. “Hasta el momento, la gente que compra este tipo de artefactos ya ha creado una conciencia ambiental”, asegura Russo. En la cocina a inducción se aprovecha el 90% de la energía y el precio de mercado es de $14.450, además la empresa regala un set de ollas Tramontina con base ferromagnética para no generarle un gasto adicional a quienes las elijan.
En el caso de los termotanques solares, para edificios hay sistemas centralizados, se colocan los paneles en la terraza y en función de donde esté la sala de máquinas, se ubica un tanque a medida mucho más grande. “Estamos trabajando más con soluciones de este tipo que para casas”, remarca De Lucía.
El precio de estos aparatos alcanza los $ 24.000, en comparación con los $ 7.000 que puede costar un termotanque eléctrico, pero tiene 30 años de vida útil, y a partir del quinto año “se recupera el valor de la inversión y estás ganando plata porque es gratis: no requiere mantenimiento, es muy resistente y cuida el medio ambiente”, concluye.