Por Mario Tonelli, Director Ejecutivo de Ecoplas.
En todos los tiempos existieron personas u objetos que, temporariamente, fueron demonizados: por ejemplo, la yema de huevo. En un momento se posiciona como lo mejor para la salud y casi un milagro de la biología humana, pero a los minutos todo cambia y se transformó en la reencarnación de Satanás en la tierra. ¿Esto por qué sucede? Por la falta de información científica y certera, nada más y nada menos. Ante esto último podemos trazar un paralelismo con el recurso plástico. Luego de 18 meses desde que se instaló la medida que prohíbe las bolsas plásticas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ¿dónde estamos parados en términos de nuevos hábitos y cuidado del medio ambiente? Al fin y al cabo, nuestra casa es solo una y es nuestro deber cuidarla.
En la Ciudad de Buenos Aires desde el 1ro de enero de 2017 se prohibió la entrega de bolsas plásticas de menos de 50 micrones en la línea de caja de los hipermercados y supermercados. A partir de enero de 2018 se prohibió la entrega de todo tipo de bolsas plásticas de polietileno tipo camiseta en dichos establecimientos.
Previo a esta legislación, Ecoplas (Asociación Civil especializada en plástico y medioambiente), la CAIP (Cámara Argentina de la Industria Plástica), el IRAM y el Ministerio de Medio Ambiente de la CABA, crearon la Norma IRAM Nº 13.610 para homologar un tipo de bolsa plástica “tipo camiseta” de polietileno más grande y resistente que permitieran su reutilización y reciclado. Así, se adoptó el color negro para indicar que allí se trasladaban residuos orgánicos, y la verde, para los residuos reciclables. Con estas medidas, más la proliferación de campanas verdes cercanas a los domicilios, los puntos verdes en las plazas y una clara política pública de difusión orientada a los ciudadanos, se logró una importante modificación en los hábitos hogareños. Con este modelo (vigente desde el 2013 al 2016) se había logrado la reducción de un 70% del consumo de bolsas plásticas, en donde el sector privado representante de la industria plástica apoyó este consumo responsable más allá de que se vio afectada por la caída en la producción.
Tras la prohibición parcial en el 2017 y total en el 2018, los recuperadores urbanos agrupados en las Cooperativas, expresaron que se notaba un retroceso en la separación de residuos ya que debían volver a abrir las bolsas plásticas para hacerse de los materiales reciclables. Producto de este retroceso y según la información pública del CEAMSE, luego de 5 años consecutivos de reducción hubo un aumento del 0,6% de envío de residuos de la CABA en 2017 a rellenos sanitarios.
Ante este panorama, otras provincias optaron por el consumo responsable y reciclado de las bolsas plásticas. Salta y Córdoba promovieron la utilización de la bolsa verde y negra normalizada por el IRAM para la separación de los residuos. Además, Ecoplas brindó soporte capacitando a docentes de las escuelas y a los recuperadores urbanos para que reconozcan los tipos de plásticos y puedan separar y enfardar para su posterior envío a la industria recicladora.
Esta educación debería ser para todos los estratos de la sociedad, y los gobiernos municipales y provinciales deberían involucrarse. “Vemos que existe un gran desconocimiento y prejuicio acerca de los plásticos. En nuestro país, es más fácil prohibir que educar. Las bolsas plásticas y films se pueden reciclar si las separarnos en el hogar y se transforman en bancos de plaza, mobiliarios para escuelas, bolsas de consorcio, madera plástica para decks, caños para uso agrícola”, indica Verónica Ramos, Gerente de Comunicación y Asuntos Públicos de Ecoplas.
Algunos análisis sobre el Ciclo de Vida realizados en Argentina y países como el Reino Unido y Dinamarca señalan que las bolsas camiseta de polietileno son las que tienen menor impacto ambiental comparando con otros materiales alternativos.
El plástico es un material noble, inocuo y reciclable. Lamentablemente, en nuestro país la industria tiene una capacidad ociosa del 50% por la baja separación de los residuos y la ausencia de voluntad política de los Municipios en involucrarse en la gestión de los Residuos Sólidos Urbanos. Esto no solo perjudica al medio ambiente, sino que también indica que las políticas públicas necesitan ser más activas y constantes para educar al ciudadano, colaborando en crear el hábito.
Prohibir no es la solución. La industria productora de bolsas plásticas sufrió la pérdida de más de 1200 familias que quedaron sin trabajo, 3600 empleos indirectos afectados y $700 millones en pérdidas económicas. Reducir, reutilizar y reciclar continúan siendo las claves para que la llamada economía circular funcione.