Por Vanesa Listek
Visión Sustentable conversó con Inés Camilloni, Investigadora de CONICET, profesora de la UBA y una de las científicas elegidas para participar del informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en Inglés). El aumento de la temperatura climática por arriba de 1.5 grados centígrados continúa en el epicentro de la discusión por el cambio climático
Una fuerte explosión de tecnologías limpias o CleanTech, como se las suele llamar, están tomando fuerza alrededor del mundo. Las innovaciones en las energías limpias son una pieza fundamental del rompecabezas climático que preocupa a gobiernos, organizaciones civiles y a la sociedad. Los países desarrollados están liderando esta transformación gracias a energías renovables cada vez más económicas, incentivos financieros por la compra de vehículos eléctricos e inversiones para acelerar el desarrollo de nuevas tecnologías de gran impacto ambiental. Algunas de las más conocidas en los últimos meses fueron las “tecnologías de emisiones negativas” (o NET, por sus siglas en inglés) que eliminan el carbono del aire y que los científicos dicen que serán necesarios para cumplir los objetivos climáticos, o la puesta en marcha de las primeras barcazas de contenedores eléctricos que partieron desde los puertos europeos en el verano. Pero aún no está claro si todos estos esfuerzos serán suficientes como para desacelerar el proceso devastador del cambio climático.
Hace décadas que los científicos nos están avisando sobre los riesgos de descuidar la Tierra, pero ahora un estudio resuena fuertemente en el oído de los gobiernos y empresas, sociedades e individuos, sobre el clima. El estudio del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en Inglés) tiene un mensaje final lapidario: nos quedan 11 años para contrarrestar algunos de los resultados más catastróficos del cambio climático. De acuerdo al estudio, el mundo debe reducir las emisiones de carbono en un 45% para el 2030, y descarbonizar completamente para el 2050. Pero mientras usted lee esta nota, las emisiones de carbono continúan creciendo. En 2018, las emisiones globales de carbono saltaron a su nivel más alto, con un aumento que, según el último informe de The Global Carbon Project, se estipulaba en un 2.7%, un salto importante comparado con el aumento promedio anual de 1.6% de los años anteriores (entre 2014 y 2017).
Hace sólo unas semanas que se conmemoró el día del medio ambiente, sin embargo, sólo con recordarlo no basta. Los especialistas nos están advirtiendo que debemos tomar medidas para que este planeta continúe siendo nuestro hogar. Con tan poco tiempo para generar un cambio profundo y tanto para hacer, Visión Sustentable habló con una de las autoras del informe para entender cuál es el mensaje y qué nos queda por delante.
Según las Naciones Unidas, los gases de efecto invernadero (GEI) se producen de manera natural y son esenciales para la supervivencia de los seres vivos, pero después de más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de GEI en la atmósfera se han incrementado en niveles nunca antes vistos en tres millones de años. El informe especial del IPCC evalúa el impacto y consecuencias del calentamiento global de 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, además busca determinar cuáles son las trayectorias posibles para alcanzar el objetivo, o sea, no superar ese nivel de calentamiento. Se toma como referencia el periodo preindustrial definido como la temperatura promedio entre los años 1850 y 1900 y se mide cuánto cambió la temperatura en referencia a eso.
“Al ritmo al que se emite dióxido de carbono en el planeta, la temperatura aumenta 0.2 grados cada 10 años. Si lo que queremos es desacelerar este aumento de temperatura y estabilizar para que no supere 1.5 grados, hay que frenar las emisiones”, dijo Inés Camilloni, Investigadora de CONICET, profesora de la UBA y una de las 91 científicas elegidas por IPCC para participar del estudio (hubo científicos de 40 países y dos personas representaron a la Argentina) . “En el estudio hablamos de descarbonizar la economía, lo que significa generar energía que no esté sostenida en dióxido de carbono”.
Según la especialista, se generaron acuerdos por parte de los países que forman parte d de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y que firmaron el Acuerdo de París en diciembre de 2015 donde acordaron mantener el aumento de la temperatura en este siglo muy por debajo de los 2 grados centígrados, e impulsar los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura incluso más, por debajo de 1.5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales. Estos países se comprometieron a presentar las políticas que iban a asumir para reducir sus emisiones de carbono en la atmósfera, conocidas como contribuciones nacionales de cada país. La propuesta de la Argentina supone una reducción del 18% de las emisiones de carbono para el 2030 y además propone que para el 2025 el 20% de sus emisiones van a provenir de las energías renovables, algo que, hasta el momento, sólo alcanza el 5%.
“El impacto es global. Casi todos los países hicieron compromisos que no son lo suficientemente ambiciosos para reducir sus emisiones y alcanzar el objetivo. No es suficiente”, sugiere Camilloni.
De acuerdo al Climate Change Performance Index, Suecia encabeza el grupo de los países con buen desempeño en las categorías de energías renovables y de emisiones de GEI. De los 56 países que analiza la ONG GermanWatch E.V., la Argentina se posicionó el año pasado en el puesto 34, mejorando 12 posiciones comparado con el año anterior, gracias a la implementación de políticas de energías renovables.
“El problema es que si no cumplimos los objetivos la temperatura va a seguir subiendo y los impactos van a ser cada vez más severos. Dos grados de calentamiento global tiene impactos más crueles sobre el planeta que 1.5 grados. Por eso, algunos sectores científicos están comenzando a discutir estrategias sobre cómo se podría enfriar el planeta de forma rápida”, explicó Camilloni. Y aunque suena un poco a ciencia ficción, la experta confirma que la Geoingeniería o ingeniería climática es una propuesta real. “Algunas personas consideran que a través del manejo de la radiación solar, se evalúa inyectar partículas en la estratosfera simulando en alguna forma el efecto de los volcanes, que lo que hacen es impedir que llegue tanta energía del sol, y eso baja la temperatura. Sin embargo, la idea no es llegar a esas estrategias porque significa seguir interviniendo con el clima, con consecuencias que aún no están del todo claras, no conocemos las consecuencias y los cambios que se podrían generar, como una alteración en los patrones de lluvia”, continuó.