Copal busca promover un sistema que informe en vez de demonizar los productos de la industria para que el consumidor tome la decisión más conveniente
“Consideramos que la incidencia en enfermedades crónicas no transmisibles, que originan problemas como la obesidad y el sobrepeso, tiene que ser abordado de una manera integral, y en ese sentido, el etiquetado frontal es solo una de las herramientas para trabajar sobre la problemática”, sugirió Darinka Anzulovich, Coordinadora Técnica de Copal (Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios), en una entrevista con Visión Sustentable sobre la importancia del etiquetado frontal en la Argentina. Copal es una organización empresaria que nuclea a 36 cámaras y empresas de la industria de alimentos y bebidas, y representa a casi la totalidad de los sectores que la integran, representando a más de 2.200 empresas de todo el país.
Debido al crecimiento de las enfermedades crónicas no transmisibles en todo el mundo y en la región, Copal presentó en octubre de 2017 una propuesta de etiquetado frontal que funciona como una herramienta informativa y empodera al consumidor a la hora de elegir los alimentos según sus necesidades. La información nutricional ya es obligatoria por normativa del bloque Mercosur, pero un proyecto impulsado por Copal busca dar un paso más. El etiquetado ya se encuentra normado a nivel nacional y regional, con resoluciones que fueron incorporadas a la legislación argentina y al código alimentario gracias al etiquetado obligatorio de los alimentos pre-envasados y la resolución nutricional de alimentos envasados. “Esta información ya es obligatoria desde hace años, pero lo que hoy está en debate es solamente aquella información nutricional de la tabla que debería reflejarse en el frente del envase, a forma de lupa y resumen de lo que ya se encuentra en el packaging”, continuó.
Lo que se busca es poner el foco sobre determinados nutrientes que son considerados incidentes en las enfermedades crónicas no transmisibles. Se han introducido muchas etiquetas nutricionales diferentes en todo el mundo, la mayoría hacen referencia al contenido de grasas saturadas, azúcares totales, valor energético y sodio. El que promueve Copal busca informar al consumidor, de manera acotada y específica sobre la proporción de los nutrientes que participan en cada producto. Según Anzulovich, no se trata de demonizar los productos o hablar de buenos y malos nutrientes, sino de exponer cuál es el aporte de ese nutriente en la porción del producto, de esa manera cada individuo puede armar su dieta de manera equilibrada.
En el Mercosur también se consensuó sobre las porciones pero el etiquetado frontal es una discusión más reciente. De hecho, ahora forma parte de la agenda del grupo de trabajo número tres del Mercosur, como parte de la Comisión de Alimentos donde consideraron tratar la intención de armonizar los sistemas durante su próximo encuentro anual.
“La industria representada en Copal no está en contra de un etiquetado frontal, al contrario, creemos que se trata de una herramienta para ayudar al consumidor, aunque no consideramos que deba generarse una alerta o temor en la población en función de algunos productos. Hoy en día hay modelos de advertencia y otros informativos, no acompañamos los sistemas de advertencia, como el sistema de etiquetado frontal chileno”.
Como parte de esta tendencia global imparable, en 2014 el país trasandino aplicó gradualmente un etiquetado frontal que establece los límites por volumen o peso del producto y no por la cantidad contenida en porciones, con la intención de cambiar los hábitos de alimentación y buscando evitar el consumo de nutrientes que tengan las etiquetas de advertencia. Sin embargo Copal desea implementar otra iniciativa, que priorice la información. De acuerdo a la especialista, la industria consensuó en un GDA con colores. El sistema gráfico viene acompañado con otras dos variables fundamentales: que sean por porción e incluyan el perfil nutricional. Por lo tanto, esto es lo que se destacaría al frente: valor energético, azúcares totales, grasas saturadas y sodio.
El Guideline Daily Amount o GDA es una etiqueta de información nutricional que tuvo sus comienzos en 1998 como una colaboración entre el gobierno del Reino Unido, la industria alimentaria y las organizaciones de consumidores. En 2006, Australia modificó el sistema GDA para luego incorporarlo a su industria de alimentos y bebidas como una guía de ingesta diaria.
Anzulovich destacó que si el etiquetado va a estar direccionado para incidir en la dieta de la población, debe ser parte de una política pública integral que incluya a todos los alimentos en función a la composición de la dieta del consumidor. Sin embargo dijo que hoy no existen datos actualizados de la dieta de los argentinos, en especial para determinar qué porcentaje de productos de la industria consumimos. El gobierno estuvo trabajando en encuestas, pero el dato aún no está actualizado.
Desde Copal recuerdan el exitoso programa encabezado por el Ministerio de Salud en 2011 ‘Menos Sal Más Vida’, donde se llevó a cabo un fuerte trabajo que incluyó convenios voluntarios entre el gobierno y la industria junto a los demás sectores que proveen alimentos. “La experiencia que transitamos con el sodio es un ejemplo de una mirada integral, donde se analizó la composición de la dieta del consumidor real para ver donde debíamos hacer ajustes y cómo tenían que direccionar las políticas públicas”, concluyó.
La industria asegura estar interesada en transmitir los conceptos y las bases de su propuesta para “empoderar al consumidor” con ejemplos muy claros, evitando generar temor y armonizando el etiquetado a nivel regional, proponiendo una versión del etiquetado frontal que sea integral y ayude a la población a tomar la mejor decisión posible. Sin embargo aún no contamos con un etiquetado frontal, mientras que otros países ya lo determinaron hace varios años o incluso décadas y tienen estadísticas para determinar si funciono de manera satisfactoria o no.