Valoremos el agua

Juan Pablo Camezzana, Business Development Manager de Fluence Sudamérica.

(*) Por Juan Pablo Camezzana

Cada 22 de marzo conmemoramos el Día Mundial del Agua, una iniciativa que parte de la ONU con el objetivo de concientizar sobre la relevancia del agua dulce. Este año su campaña convoca a que cada persona comparta su reflexión sobre su experiencia con este recurso finito y lo “valore”.

En este marco resulta importante dar cuenta de que cada individuo y todas las cosas que lo rodean, prácticamente, requieren o han requerido agua en alguna instancia. Desde hace muchos años me dedico a diseñar e implementar soluciones para tratar aguas a distintas escalas. Eso me dio una perspectiva sobre el “laberinto” del agua que está detrás de cada cosa que consumimos, de cada actividad que hacemos.

Por ejemplo, para producir 1 kilo de carne, que nos puede rendir algunos días, se necesitan 16 mil litros de agua. Para hacer 1 pantalón de jean unos 10 mil litros. Recordemos que la cantidad que se recomienda tomar a diario por persona es de alrededor de 3 litros por día. Entonces, el agua que se usa para hacer 1 jean representa más de 3 mil días en los que podríamos estar tomando esa agua.

Esa agua además se devuelve en un estado que muchas veces no es el inicial. Para poder volver a ser apta para consumo humano, el agua requiere de un tratamiento. Hay procesos de tratamiento que son especialmente fabricados por el hombre dado que los ciclos naturales del agua no consiguen eliminar sustancias que pueden ser nocivas para la vida.

Para dar un ejemplo, en la producción del algodón que requiere mi jean se utilizan a veces fertilizantes y pesticidas que viajan luego de su uso por las aguas y según su concentración, pueden generar problemas a los seres vivos en general. Y así con cada industria y acción. Pero no hace falta pensar en ejemplos lejanos. Cuando lavamos la ropa en nuestras casas, muchas veces los jabones que usamos traen partículas que luego contaminan el agua.

Darnos cuenta de estas acciones, es tomar conciencia de que nuestra experiencia cotidiana con el agua es solo la punta del iceberg.

La industria del agua ha desarrollado tecnologías y prácticas de tratamiento muy eficientes y convenientes para abordar prácticamente todas las problemáticas asociadas al manejo del agua. Tenemos expertos y soluciones preparadas para la remoción de diversos tipos de contaminantes como microplásticos, productos farmacéuticos, sustancias químicas en general, hormonas, etc. En cuanto a “valor” económico, la industria se ha vuelto también cada vez más eficiente.

Sin embargo, las buenas prácticas deben ser una prioridad a toda escala. Es muy importante trabajar en la comunicación de estos temas con todas las personas. La sustentabilidad para la preservación de las fuentes hídricas no sólo debe ser una reflexión individual sino además colectiva: una responsabilidad de las industrias, empresas, gobiernos, prestadores de servicios, etc.

Cada vez somos más personas, exigimos más al medio ambiente. Cada vez tenemos mejores tecnologías para que el agua vuelva a ser segura pero, ¿nos hacemos cargo de que vuelva a ser apta para consumo, segura para la vida nuestra vida en la tierra actual y futura? ¿Conocemos la importancia que reviste esto? Trabajemos por más educación ambiental y de verdad así valoraremos el agua, nuestro recurso vital.

(*) Es Business Development Manager de Fluence Sudamérica.

Artículo anteriorAySA lanza un simulador de consumo de agua
Artículo siguienteSantander presentó su primer Informe Consolidado