Se trata de las conclusiones del Informe de Riesgos Globales 2021 del Foro Económico Mundial en el Conversatorio “Resiliencia, recuperación y Sustentabilidad”
Fenómenos meteorológicos extremos, fracaso de la acción por el clima, enfermedades infecciosas y daños ambientales causados por humanos. No es el primer año que el Informe de Riesgos Globales del World Economic Forum (WEF) destaca estos riesgos como aquellos eventos inciertos que pueden causar importantes impactos negativos para varios países o industrias, pero en el contexto global de la pandemia por el COVID-19 esta agenda cobra más relevancia que nunca.
Así, CEADS, GDFE y el IARSE llevaron adelante un diálogo con sus respectivos directores ejecutivos -Sebastián Bigorito, Javier García Moritán y Luis Ulla-, con la moderación de Taira Peña, para compartir reflexiones sobre los resultados del reporte: geopolíticos, sociales y ambientales. Esto arroja, como primera conclusión, que los problemas que se vienen necesitan de las respuestas que están en la agenda de sustentabilidad.
Luis Ulla (IARSE) fue el encargado de presentar los tipos de riesgos globales del informe en sus diversas dimensiones: económica, ambiental, geopolítica, social y tecnológica. El documento concluye que los efectos del COVID-19, “junto con algunos aspectos de la respuesta política, han dejado sociedades y economías dañadas y ensanchadas las disparidades existentes dentro de las comunidades y entre naciones; desproporcionadamente dañó a sectores y grupos sociales y complicó el camino para que el mundo pueda lograr las metas de las Naciones Unidas”.
Según Sebastián Bigorito (CEADS): “Se ha emparentado a esta crisis con el concepto de cisne negro, como si fuera un evento de muy poca probabilidad. Sin embargo, se trata de un rinoceronte gris: un riesgo visible, obvio, pero así y todo, ignorado”, señaló. Para Bigorito, las conclusiones del reporte dejan ver más que nunca que las áreas de sustentabilidad de las empresas y los expertos de sustentabilidad para el sector público y académico deben participar de manera inequívoca de los procesos de planificación y diseño de políticas públicas y corporativas: “Hemos logrado mostrarle al mundo que nuestros temas no son un nice to have sino que son riesgos que van a afectar la funcionalidad de las sociedades y los sistemas”.
Por su parte, Javier García Moritán (GDFE) destacó que, entre las conclusiones del informe, el Foro Económico Mundial llama a construir una nueva economía y resetear el sistema poniendo en el centro a las personas y al planeta: “Necesitamos expandir la capacidad de impacto de nuestras organizaciones mediante el trabajo colaborativo y colectivo y para eso cada uno de nosotros debemos preguntarnos hasta dónde queremos colaborar antes que competir, porque si no, no vamos a incidir jamás en ninguna política pública”.
García Moritán señaló además la importancia de llevar los temas de sustentabilidad a las cámaras sectoriales del negocio “para encarar conjuntamente estos aspectos”, construir espacios de articulación, pensar Incentivos de Bien Público para que las empresas tengan marcos de actuación previsible y tengan un reconocimiento cuando tienen una actuación virtuosa para ayudar a sostener esas acciones en el largo plazo. Y por último, “cambiar la lógica del sector privado de exigir de los estados las condiciones para operar y expresar lo que podemos dar de manera colectiva”.
Para concluir, Taira Peña -experta en comunicación y sustentabilidad- enfatizó la importancia de los modelos de colaboración mediante la profesionalidad y el coraje personal y organizacional, de forma tal que para el próximo informe de riesgo hayamos podido mover la aguja sin ser meramente espectadores. Luis Ulla remató: “Cuando analizamos estos horizontes, los miramos juntos y los compartimos, vemos que nuestras instituciones tienen más sentido que nunca”.