En un conversatorio virtual en el que participaron destacadas figuras del ámbito político y académico local, se presentó el estudio La voz de la Informalidad elaborado en conjunto por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (ODSA-UCA) y la Dirección de Innovación Social de CAF.
El informe analiza la situación social de los sectores informales más vulnerables en el Área Metropolitana de Buenos Aires y los desafíos para reducir la informalidad, agravada por la crisis económico-sanitaria que introdujo el Covid-19.
Con la participación del ex ministro de Desarrollo Social de la Nación Argentina, el politólogo Daniel Arroyo; la socióloga investigadora UNC-CONICET, Alicia Gutiérrez, y la economista de CEPAL-Argentina, Soledad Villafañe, además del equipo de investigación del Observatorio de la Deuda Social de la UCA y de representantes de CAF, se presentó la publicación “La Voz de la Informalidad”, una herramienta de diagnóstico y de diseño de políticas públicas que visibiliza las necesidades y demandas a las cuales el Estado debe atender en el contexto de la post pandemia.
El representante de CAF en la Argentina, Santiago Rojas, destacó que CAF ha tenido una presencia importante en la Argentina desde hace más de una década, e hizo énfasis en que su rol se ha ido transformando y, en los últimos años, ha aumentado el foco en temas sociales. “A raíz de la pandemia, que cambió la agenda pública y las prioridades de todos los países, también nos enfocamos en apoyar planes sociales para luchar contra las consecuencias inmediatas de la pandemia. En este sentido, como ejemplo, cuando estaba el ministro Arroyo al frente del Ministerio, diseñamos un plan de apoyo para la nutrición infantil con el Ministerio de Desarrollo Social. Nos hemos enfocado también en temas de conectividad para las escuelas y en trabajar en estrategias para que los niños no pierdan el vínculo escolar durante la pandemia, a raíz del confinamiento”, puntualizó Rojas.
El informe reúne una serie de estudios de casos que dan cuenta de diferentes modos de vida, sufrimientos, sueños, expectativas y respuestas de sobrevivencia de los trabajadores del sector informal urbano durante los primeros meses de pandemia; y en particular, se enfoca en los esfuerzos cotidianos desplegados por los hogares más vulnerables para salir adelante -a pesar de todo- en el contexto de crisis económico-sanitaria en la Argentina.
Por su parte, la directora de Innovación Social de CAF, Ana Mercedes Botero, aseguró: “El estudio además de abordar el impacto socioeconómico de la pandemia, analiza, de manera comparada casos de vida reales de personas en el sector informal. Trata de capturar información sobre sus necesidades, demandas, aspiraciones y expectativas, por eso lo llamamos La Voz de la Informalidad. El objetivo fue darle voz a estos sectores para que sirvan de insumo a hacedores de política y podamos, de alguna manera, contribuir a desarrollar políticas que se ajusten más a los problemas de estos colectivos y, además, aporten soluciones que puedan ayudar a la recuperación económica y social de estos grupos”.
Del análisis surgen enseñanzas extraordinarias sobre las potencialidades de una sociedad empobrecida afectada por una crisis, pero también se evidencian problemáticas que demandan un debate público mucho más amplio, así como políticas orientadas a dar una respuesta estructural y estratégica a la “nueva normalidad” que afecta a los sectores informales urbanos pobres.
Entre los principales hallazgos del estudio, el director del Observatorio, Agustín Salvia y su equipo de investigadores destacaron lo siguiente:
- El alto nivel de cumplimiento de la cuarentena a sus inicios, a pesar de las consecuencias que ello produjo en las economías familiares, así como la valorización que se le dio al tema de la salud por encima del bienestar económico, acompañada de una actitud de esperanza y optimismo en el futuro.
- El ajuste de los presupuestos familiares con base en los ahorros, préstamos personales y/o ayudas de familiares a los que tuvieron que recurrir, al tiempo de poder mantener y/o acceder a ingresos generados por los programas de protección social.
- La suspensión de actividades económico-laborales regulares que obligó a cambios en la organización del tiempo, la convivencia familiar, los roles domésticos, y los planes y proyectos personales y familiares, con el trabajo de la mujer aliviado por la colaboración masculina o de los hijos.
- El respaldo generalizado a las políticas asistenciales del gobierno, tanto en materia sanitaria como económica, pero también el descreimiento hacia “la política”, y la creciente frustración frente a la imposibilidad de proyectar un futuro diferente, fundado en un trabajo digno.
- El sistemático agotamiento de capacidades, voluntades y esfuerzos de resiliencia. A mayor exclusión y/o menor capital social, mayor parece emerger el abatimiento, junto a un grito silencioso de demandas que exigen un cambio sistémico en función del bien común.