Por Rodolfo Rey Blanco
En la actualidad, gran parte de las organizaciones, empresas y gobiernos de todo el mundo incluyen en su agenda políticas, proyectos o iniciativas de sustentabilidad. Este concepto, que surgió gracias a la creciente demanda de transparencia y responsabilidad social por parte de consumidores, inversores y entes de regulación, devino en el surgimiento de la Global ReportingInitiative (GRI), una organización independiente que desarrolla un marco específico para la elaboración de reportes de sustentabilidad.
Los estándares GRI se basan en el principio de la materialidad, lo que significa que proporcionan una estructura para que las organizaciones identifiquen y divulguen información sobre su desempeño ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) y los asuntos más importantes para ellas y sus grupos de interés.
Los desafíos del nuevo GRI
Así como el concepto de sustentabilidad evolucionó y se hizo más visible durante los últimos 30 años, lo mismo sucedió con el reporte de los estándares GRI. Este crecimiento hizo posible que su versión más reciente incluyera una serie de cambios significativos que presentan grandes retos para mejorar el desempeño sustentable de las empresas y crear valor para todos los grupos de interés.
“Los nuevos Estándares Universales GRI presentan un desafío en los principios y fundamentos que usan las empresas para la elaboración del reporte, en particular respecto del análisis de la materialidad, que pone su foco en la evaluación de los impactos positivos y negativos, reales y potenciales que los negocios generan en las personas, el medio ambiente y las comunidades”, destaca Gabriel Pérez, gerente de Desempeño Ambiental de Grupo Logístico Andreani.
Y agrega: “Además, amplían los contenidos de la divulgación de la gestión y la medición de las personas que trabajan en las compañías pero que no son empleados in-house. Así como en el pasado se avanzó sobre la responsabilidad de las empresas en la cadena de valor, ahora esto también se hace sobre los colaboradores que son contratados o que son parte de la plantilla de proveedores”.
Es decir que se incluye una mayor atención a las cadenas de suministro. En la actualidad, las empresas deben informar sobre cómo gestionan sus riesgos ambientales y sociales y cómo trabajan con sus proveedores para mejorar su desempeño en estos aspectos. Con los nuevos cambios, también se espera que las compañías informen sobre el impacto social y ambiental de sus productos y servicios, lo que puede ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas.
Por otra parte, los nuevos estándares GRI se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Esto significa que las empresas deben informar sobre su contribución a los ODS y la forma en la que sus actividades están alineadas con ellos.
Doble materialidad
Los nuevos estándares GRI también introdujeron una “nueva materialidad”, que se basa en el concepto de que las empresas deben centrarse en temas que tienen un impacto significativo en la sociedad y el medio ambiente y no solo en aquellos que son importantes para la organización en sí misma.
“Si bien GRI siempre exigió un análisis de materialidad para cada uno de sus contenidos, ahora el foco está puesto en la doble materialidad-indica Lilén Reta, directora de RR.II y Comunicación IARSE-. Es decir que las organizaciones ahora miden tanto los impactos financieros de sus actividades como los de las acciones que llevan a cabo y que involucran a sus diferentes públicos de interés. En este contexto de doble materialidad se busca hacer foco en la identificación y gestión de riesgos desde la perspectiva ESG”.
De esta manera, se puede apreciar una materialidad financiera, que se focaliza en el impacto positivo o negativo que puede tener la sustentabilidad en el negocio por factores externos, climáticos o sociales y una materialidad de impacto, que establece la influencia positiva o negativa que puede tener una compañía sobre las personas, la economía o el medio ambiente.
“La materialidad de impactos permite que la organización identifique y responda de una forma más clara su gestión e impactos (que pueden ser positivos o negativos, reales o potenciales). Esto también implica que las empresas mantengan un diálogo activo con sus grupos de interés en un ida y vuelta que contempla la mirada de estos públicos sobre los impactos”, sostiene Mariana Cremona, consultora en sustentabilidad y RSE.
Entre las empresas nacionales que ya implementaron este concepto de doble materialidad se encuentran Santander Argentina y Grupo Logístico Andreani, que además son dos de las primeras organizaciones en presentar el reporte 2022.
“Trabajamos en una matriz de materialidad doble para abordar de forma estratégica los asuntos clave de sustentabilidad del negocio -comenta Celeste Ibañez, Head Banca Responsable/ ESG & Gobierno Interno y Datos de Santander Argentina-. Con el fin de identificar los principales riesgos y oportunidades realizamos un nuevo análisis de materialidad mediante la actualización del ejercicio de 2021, que incluyó un aporte más directo de nuestros grupos de interés (entrevistas y encuestas internas y externas), lo cual nos permitió entender y mapear nuestros impactos más significativos en la economía, el medio ambiente y las personas”.
Según relata la experta, la empresa dividió el proceso de trabajo en tres etapas: a) análisis del contexto internacional y local, las tendencias clave y el modelo de negocio y la identificación de 13 temas ESG relevantes para la empresa; b) encuestas y entrevistas individuales para establecer prioridades y recabar la opinión de los diferentes grupos de interés; y c) asignación de pesos y ponderación de los 13 temas ESG para clasificarlos por orden de importancia y elaborar la Matriz de Materialidad.
Para Andreani, trabajar la materialidad no fue algo nuevo. “Desde hace varios años, estamos ocupándonos de este tema con el objetivo de cumplir con los estándares GRI en el proceso de elaboración del reporte y con la convicción de que este ejercicio es una ruta para la gestión de sustentabilidad”, comparte Pérez.
Bajo esta premisa, la empresa realizó un informe de contexto económico, social y ambiental para mapear los riesgos en la continuidad de las operaciones y evaluar las tendencias y situación del mercado y sector logístico a nivel nacional e internacional en materia de sustentabilidad. También entrevistó a clientes y referentes de sustentabilidad en profundidad para evaluar el impacto de la compañía en el desarrollo sostenible, trabajó con altos mandos y equipos interdisciplinarios para evaluar los impactos y priorizó los temas más urgentes para crear valor. A partir de este ejercicio, Santander Argentina confeccionó la matriz de materialidad, un elemento clave para el armado y revisión de su estrategia de sustentabilidad.
La determinación de los benchmark de la nueva materialidad
Pero trabajar la materialidad no es un proceso que se logra de manera independiente. Muchas empresas recurren al benchmarking como punto de partida en la construcción de esa materialidad, comparan su desempeño con el de sus competidores en términos de prácticas sostenibles y también utilizan los estándares GRI como referencia en el proceso de benchmarking de sostenibilidad.
“Los benchmarking sectoriales son un marco de referencia que ayudan mucho a entender tantos los impactos propios del sector como los temas relevantes del contexto. Cuando hablamos de benchmark es importante ver las mejores prácticas y los temas significativos a nivel sectorial de empresas que operan en la Argentina, en la región o globalmente y también incluir compañías de distintos sectores que desarrollan su actividad en el mismo contexto geográfico”, explica María Rigou, directora ejecutiva Cambio Climático y Servicios de Sostenibilidad de EY Argentina.
Según subraya Cremona, el benchmark aporta a la empresa una mirada de contexto, de la industria y de sus pares, lo cual permite determinar los impactos que son comunes al sector y también identificar la manera de mejorar esos impactos y tomar medidas para reducir los que sean negativos. “Por eso GRI creó los suplementos sectoriales donde encontramos una materialidad sugerida por industria”, remarca.
El nuevo ecosistema ESG
El cambio de los contenidos generales es otro de los puntos substanciales en los nuevos estándares GRI. Dado que las empresas deben considerar los indicadores ESG a la hora de tomar decisiones, en los últimos años se produjo un gran aumento en este ecosistema que incluye herramientas de monitoreo y medición automatizados, análisis de datos de fuentes públicas y privadas y soluciones de visualización de datos.
“El reordenamiento y el cambio se deben a una necesidad en aumento por parte de las empresas de rendir cuentas con la mayor transparencia posible de cara a los inversionistas y a sus públicos de interés -profundiza Cremona-. En este sentido, los indicadores ESG ponen la lupa sobre la gobernanza interna con mayor profundidad, un tema que GRI ya venía trabajando en sus estándares 200”.
De acuerdo a Reta, la responsabilidad de reportar y de abordar los temas de sustentabilidad ya no son optativos sino obligatorios. “No podemos mirar para otro lado ni pasarlos por alto, debemos formalizar la gestión y contar cómo, dónde y por qué están en nuestro reporte. Además, creemos que las expectativas del sector financiero y de los inversionistas acerca de la información no financiera y de los criterios ESG están traccionando mayores niveles de interés e involucramiento por parte de los directorios y que eso también lleva al desarrollo sostenible”, asegura.
En resumen, los nuevos estándares de GRI representan un importante paso en la elaboración de reportes de sustentabilidad. La doble materialidad pone el foco en los temas que son trascendentales para la sociedad en su conjunto, mientras que la atención a la cadena de suministro y la alineación con los ODS reflejan una comprensión más amplia del impacto que tienen las empresas en el mundo que las rodea. Con estos cambios, GRI está liderando el camino hacia una mayor transparencia y responsabilidad en el mundo empresarial.