Knorr: cómo se cultivan y deshidratan sus vegetales en Mendoza

Recorrido por la planta de deshidratados de Knorr en Mendoza.

Invitado por Knorr, Visión Sustentable recorrió la planta de Mendoza para ver el proceso de deshidratación de sus vegetales desde el cultivo hasta la mesa.

El propósito de la marca es sumar nuevas propuestas y colaborar en una alimentación variada y fácil. Para lograrlo, trabaja en una serie de iniciativas que involucran tanto la evolución del portafolio de productos, como el cuidado de los ingredientes desde el origen.

Todos los productos de Knorr tienen algo en común: son deshidratados y no tienen conservantes. Esto es posible gracias a la planta Mendoza donde se cultivan, cosechan y deshidratan sus vegetales, cuidándolos desde el origen.

La planta de Mendoza es la única deshidratadora de Unilever en el mundo y la más grande de Argentina. Está conectada con 23 fincas de las provincias de Mendoza, San Juan y Córdoba, generando empleo entre el campo y la fábrica, para más de 400 familias de la zona durante todo el año. Aquí se trabaja con agricultores locales a quienes se capacita de forma permanente, promoviendo así además el desarrollo de la comunidad.

“Los vegetales están en el corazón de todo lo que hacemos, son cultivados y cosechados por agricultores locales, pasan por la planta en Mendoza donde son cuidadosamente deshidratados para que podamos preparar comidas ricas y fáciles, todo el año. Queremos inspirar a más personas a comer mejor, a incorporar más variedad y cantidad de vegetales, promoviendo una alimentación más consciente y saludable”, destaca Ana Hernández Hermida – Brand Manager Knorr Argentina.

La calidad de todos los productos Knorr permanece intacta gracias a su proceso de deshidratación, el cual consiste en introducir los vegetales en hornos de secado, donde recibe aire caliente y se logra disminuir el porcentaje de humedad hasta un 6 y un 8%. Se trata de siete hornos semi continuos que hay en la planta y trabajan con 10 bandejas, donde circula aire caliente por su interior, provocando evaporación y reducción del líquido. Los vegetales permanecen en estos hornos aproximadamente cuatro horas y hacia el final del proceso se realiza el último ajuste para que lleguen a una humedad de entre el 4 y 5%.

Con estándares de excelencia en calidad, el circuito de deshidratación permite conservar los nutrientes necesarios como también preservar el sabor de los vegetales. En Mendoza se deshidratan: zanahoria, zapallo, espinaca, albahaca, repollo, puerro, tomate, ajo, papas, pimiento rojo, cebolla y batatas, con los que se elaboran sus productos. Una vez almacenados, los vegetales son pesados, controlados, y de forma manual se seleccionan y separan.

El trabajo de la planta de Mendoza se inicia con los productores, con los que trabaja a la par para obtener los mejores ingredientes, cultivados con fuerte conciencia y responsabilidad desde el origen. Por esto, está evolucionando de la agricultura sustentable a la agricultura regenerativa, basada en principios y prácticas agrícolas que generan impactos positivos en la salud del suelo, la biodiversidad, la calidad del agua, la resiliencia climática y la rentabilidad agrícola.

También se promueve una política de residuos y uso de energía sustentable donde gran parte de los productos son despachados sin pasar por el centro de distribución. De esta forma, en el proceso se reduce el equivalente a 19 camiones mensuales: 15 toneladas de CO2.

En este desarrollo, desde hace tiempo la compañía realiza un trabajo colaborativo junto al INTA fomentando la adopción de nuevas tecnologías, agricultura regenerativa y programas de apoyo a los pequeños productores de la zona.

Claudio Galmarini –especialista en mejoramiento genético de hortalizas del INTA– destacó la articulación con Unilever: “A lo largo de casi 30 años construimos un vínculo muy sólido que permitió concretar logros en materia de mejoramiento genético en zapallo, cebolla y zanahoria destacadas por su calidad, rendimientos y uso eficiente de los recursos”. Y comentó: “Con orgullo, podemos afirmar que, en muchos caldos y sopas que se consumen en la Argentina y en otros lugares del mundo, está presente la genética nacional”.

“Este proceso demuestra cómo concebimos en Unilever la sustentabilidad: un activo que atraviesa todo nuestro ADN productivo y está presente en toda la cadena de valor. El enorme potencial agrícola de la Argentina nos permitió innovar a través de un modelo económicamente rentable, ambientalmente sostenible y socialmente inclusivo” agrega María Bulla, Gerente de Responsabilidad Corporativa e Impacto Social Unilever Argentina

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