(*) Por Fernando Passarelli
Una parte del acompañamiento profesional a los Equipos Internos de las empresas consiste en instalar capacidades para que puedan comenzar a identificar riesgos e impactos no tradicionales en sus cadenas de valor.
La mayoría de empresas utiliza modelos conocidos, que en general emplean mapas de calor para hacer esta tarea, pero su foco está muy concentrado en riesgos tradicionales.
Algunas, las menos, agregan un módulo usualmente llamado Sostenibilidad, Sustentabilidad o más actualmente, ASG o ESG, para complementar la mirada con estas dimensiones.
Pero muy pocas aún logran implementar un enfoque realmente integrado, en el que la Sostenibilidad impregne a toda la estrategia y operación del negocio.
A partir de esta débil integración entre Sostenibilidad y negocio, es que persisten importantes áreas con baja visibilidad y alto impacto, frecuentemente ancladas en las dimensiones ambientales y sociales.
Al promover el enfoque de Derechos Humanos en el ámbito empresarial, y más específicamente en las áreas de Abastecimiento, Compras y Distribución, se percibe una dificultad muy marcada para que los líderes empresariales identifiquen posibles riesgos y la construcción de indicadores consistentes destinados a medir los progresos, resulta una tarea desafiante.
Los esquemas de cumplimiento, que habitualmente se basan en dimensiones normativas, no logran tampoco ofrecer una cobertura suficiente para estos discernimientos considerados soft, y se requiere un conjunto de saberes y destrezas que exceden largamente los skils propios del Derecho, la Ingeniería y la Administración.
Ver lo que no se ve, pero que puede impactar nuestro negocio decisivamente, debería ser un objetivo siempre priorizado en una empresa que aspire a que su negocio no sólo sea competitivo, sino también sostenible en el tiempo.
Las empresas que están emprendiendo el camino de integrar criterios de Sostenibilidad en sus procesos de Abastecimiento y Compras, se enfrentan a la necesidad de ampliar el enfoque y considerar los impactos en doble vía en la gestión de riesgos que habitualmente implementan.
Esto es así porque generalmente el enfoque está restringido a riesgos del negocio que son condición necesaria pero no suficiente para una adecuada cobertura.
El típico caso que se registra muy extendido en la gestión empresarial es el del famoso Pareto que muchas áreas de suministro adoptan, al poner su foco en el 20% de sus proveedores, que es donde usualmente se concentra el 80% del gasto.
No caben dudas que es un enfoque necesario, pero ¿qué de los riesgos económicos, ambientales y sociales del 80% de proveedores que quedan fuera del radar?
Otro desafío, asociado con el recién citado, está en que las empresas consideren no sólo los riesgos que puede anticipar que afectan a su negocio, sino también, cómo su negocio afecta o impacta a terceros.
Las empresas ya no pueden ni deben argumentar ignorancia al registrarse impactos indeseados vinculados a sus operaciones, por lo que tienen el “deber de saber”, para poder anticiparse a posibles impactos, y así implementar estrategias destinadas a dar una respuesta efectiva a esas eventualidades.
El modelo de negocios sostenibles implica inexorablemente asegurar un ecosistema lo más sano posible para su continuidad en el tiempo.
(*) Es Coordinador Valor AMIA.