Fundación Plurales en alianza con Fundación Danone, Avina , el Estado y más de 12 organizaciones locales llevan adelante el Programa SEDCERO en el municipio de Morillo. La articulación y el objetivo de generar proyectos sostenibles, replicables y escalables en las distintas zonas de Argentina ante la falta de agua segura, conforman los motores de esta iniciativa.
Carlos Villalba está parado sobre lo que fue, cuando él era niño, un brazo del río Bermejo. Mira el suelo, reseco y partido, y corta una rama de un arbusto que resiste altas temperaturas y largas sequias. “Sólo crece esto…que no sirve para nada…”. Las hojas quedan apretadas en su puño un largo rato. Cuando lo abre, me mira y dice casi en un susurro “aunque le parezca mentira esta cicatriz es de una piraña”. Miro su mano. Ahí está, entre sus arrugas que denotan el trabajo de campo que hizo durante años, una línea de casi siete centímetros. “Esto es lo único que me queda del rio”.
El caso de Villalba se multiplica por todo el territorio que ocupa el municipio de Morillo, uno de los tres que conforman el departamento de Rivadavia Banda Norte, al este de la provincia de Salta. La realidad de Villalba es la de a más de 1.000.000 de personas en el país, que de acuerdo al último censo nacional, no disponen de agua potable donde tienen levantada su vivienda, limitación que se ve acentuada en las comunidades rurales del norte de la Argentina.
Ante este escenario el municipio de Morillo, junto a otras instituciones locales, realizaron en 2012 un relevamiento de la situación de cada una de las familias que residen en los puestos rurales. En base a esto, y en el marco del Programa Sedcero, en agosto de 2013 se inició un proyecto de acceso al agua para familias que residen en los parajes rurales del Municipio. “La realidad de este territorio se multiplica por la región del Gran Chaco Americano, donde la llegada de la soja, la deforestación y las sequias extremas, que sufrió durante los últimos años, llevaron a que el agua se convirtiera en el recurso más preciado para sus habitantes”, explica Antonella Vagliente, vocera miembro de Fundación Plurales, organización que en alianza con Fundación Danone, Avina, gobierno Nacional, Provincial y Municipal y organizaciones campesinas llevan adelante esta iniciativa.
La Importancia del otro
Los distintos programas de inversión social privada que lleva adelante Grupo Danone, a través de su Fundación, buscan brindar salud a través de la alimentación. A partir 2013, comienza a trabajar sobre la temática del agua como un recurso esencial para el ser humano. “Lo primero que hicimos fue mapear quiénes eran los actores que ya estaban trabajando, poder conocer cuál era la realidad en Argentina y cuáles eran los desafíos”, recuerda Analía Flores, responsable de Fundación Danone. Asimismo, partían de la base de la necesidad de articular, generar redes de co-construcción con un alto nivel de involucramiento. “No buscábamos sólo financiar proyectos, por el contrario, partimos de una lógica con involucramiento local, que las organizaciones que se sumen entiendan cuál será su aporte y cómo nos podemos potenciar”.
El mapa situacional elaborado por el Municipio determinó dos grandes inconvenientes. El primero, el costo de las perforaciones, y el segundo, que la calidad de las napas de agua a las cuales se accedía no eran para consumo humano. “La realidad es que teníamos familias que caminaban 6 horas en busca de agua mientras que a otras se las llevábamos con un camión, pero tardaba en algunos casos hasta dos días y sólo dejaba un poco, porque no tenían donde guardarla”, cuenta Marcela Carabajal, intendenta de Morillo desde 2011 y una de las grandes responsables de que el Programa SEDCERO tenga hoy los logros alcanzados.
Una de las primeras decisiones que tomó Marcela Carabajal fue articular. “Sola como intendenta no podía y tenía, por otro lado a la gente que esperaba todo del Estado, porque creían que la solución no pasaba por ellos”, explica esta docente que se postuló como intendente sin creer que tendría oportunidad de salir electa. “A los pocos días me tomaron la intendencia y amenazaron con prenderla fuego. Entre y les dije que lo hicieran, porque había dos alternativas, quemar todo o comenzar a trabajar. Por suerte comenzaron a trabajar”, recuerda entre risas.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) junto a la Secretaría de Agricultura Familiar de la Nación capacitaron al personal del Municipio en todo lo que era construcción de pozo y mantenimiento. A su vez, el INTI les designó un geólogo que acompaña para determinar el análisis del suelo y el agua.
Todos coinciden en que el trabajo fue progresivo y que hoy se nota el involucramiento de la gente. “Hoy las organizaciones conformaron una mesa que es la que determina cuáles son las zonas que necesitan más imperiosamente la realización de pozos”, cuenta Carabajal y Vagliente agrega: “Desde Plurales trabajamos para que otras organizaciones se puedan sumar ya que una sola organización, ni siquiera el Estado, puede hacerlo”.
Un punto importante de esta iniciativa fue el tema de la financiación. Se determinó que con el aporte del sector privado se conformara un fondo rotatorio para otorgar créditos a las familias que no llegan a cubrir el costo de su perforación, permitiendo que con el recupero -a realizar en un año, dependiendo de la situación de cada familia y sin interés- se financien más obras. “A su vez, las familias trabajan en la realización del pozo y en algunos casos una vez que tienen el suyo ayudan a otras”, asegura Vagliente.
Hasta el momento, ya son 28 las familias beneficiarias, que pasaron de esperar semanas hasta que viniera el camión cisterna (chulengo), o trasladarse kilómetros hasta alguna fuente de agua o la cabecera municipal, a hacerlo sólo entre 5 y 20 metros.
Una de esas perforaciones se realizó en la chacra de Carlos Villalba, ubicada a 70 kilómetros de Murillo. “Caminaba cuatro horas hasta una laguna, que hoy está seca, para buscar agua. Era terrible, no me aguantaba nada, se morían los animales, ni para comer tenía…salvo unas papas y unas cebollas”, cuenta mientras prende la bomba y toma la manguera. Cuando el agua sale, se le ilumina la cara… “Ahora ya tengo animales y estamos tratando de organizarnos para armar una cooperativa y así poder vender los animales todos y que la ganancia no se la quede el del transporte”.
La falta de agua, explica Vagliente, trae aparejado consecuencias negativas en el desarrollo socioeconómico de las comunidades rurales generando fenómenos sociales de éxodo y desarraigo. Desde 2005, Fundación Plurales intenta avanzar en el proyecto de acompañamiento, fortalecimiento y promoción de la “Red de Pequeños y Medianos Productores del Chaco Americano”, o Gran Chaco, trabajo que nació del impulso de reconocer y conectar a los pequeños y medianos productores agropecuarios del Chaco Trinacional (Argentina, Bolivia, Paraguay) para que compartan sus experiencias descubriendo sus potencialidades y sus limitaciones.
El objetivo consiste en construir espacios que posibiliten concientizar que hay problemas comunes y experiencias exitosas que pueden ser compartidas y replicables, así como de reconocer la necesidad de desarrollar mejoras en las capacidades institucionales de las organizaciones de productores rurales.
Desde Fundación Danone saben que tienen mucho trabajo por delante y el desafío de sumar e involucrar a la mayor cantidad de actores posibles al mismo tiempo que deben trabajar para poder generar un mapa real de la problemática del acceso al agua en Argentina que permita determinar aquellas zonas críticas y la manera en que se abordara y trabajará en cada lugar. “Sabemos que los desafíos que tenemos por delante son enormes. Cada uno tiene un rol, no nos podemos reemplazar –enfatiza Flores-. Y estamos convencidos que esta es la forma de construir un futuro común en cuanto a la problemática del agua, a partir, de generar proyectos sostenibles, replicables y escalables en las distintas zonas de Argentina”.