En el segundo seminario de Visión Sustentable, “La Basura como Recurso II”, durante la actividad llamada “Todos somos parte” pudimos observar una cadena con 5 eslabones principales: el consumidor, el concientizador, los recuperadores urbanos, la empresa que recicla y la empresa que genera un nuevo producto. A partir de ellos, se desarrolla la historia de los residuos urbanos y su recuperación, reflejada principalmente en el Ecosistema del PET.
Edgardo Jalil, socio fundador de la Cooperativa Creando Conciencia, especificó cómo es el trabajo dentro de las cooperativas de recuperadores urbanos: “Nos encargamos de la separación en origen a un nivel domiciliario. Para que un material pueda ser recuperado por la industria, debe estar preparado y clasificado. Cuando una bolsa llega a la Cooperativa, se la revisa manualmente, se la separa y se la distribuye”. Cada cooperativa trabaja con uno o varios materiales específicos ya que deben juntar mucha cantidad para poder enviarlo a las industrias correspondientes. “Las cooperativas, por sobre todo, tienen que sostener su espacio, sostener los retiros de cada socio, pagar los impuestos, y van a trabajar sobre los materiales que tienen mercado, y eso depende mucho del territorio donde están anclados”, explicó Jalil.
Llevar a cabo el Ecosistema del PET no es sencillo y se presentan varios desafíos según la función que cumple cada eslabón de la cadena. Carlos Briones, Gerente de Relaciones Institucionales de DAKAméricas y ECOPEK, productoras de materia prima reciclada de PET, planteó dos problemas principales que impiden el buen desarrollo de este negocio. Por un lado, la falta de una Ley de envases en la Argentina. “En el país no hay ninguna reglamentación a nivel gubernamental que obligue a las empresas a utilizar materiales reciclados en sus nuevos envases o reciclar los materiales para volver a utilizarlos”. Por otro lado, el tema de la logística. “En el caso de otros materiales, es normal que sea más barato hacerlo reciclado, en cuanto a los plásticos, el problema es que tienen mucho volumen y muy poco peso, con lo cual la logística encarece mucho el material. Y como a las empresas nadie las obliga, no puedo vender mi producto a un precio rentable”.
Al preguntarle a Nicolás Dobler, Gerente de Medio Ambiente e Innovación Social de Aguas Danone, empresa que desarrolló la Re-botella, un envase realizado con el 51% de PET reciclado, si es posible aumentar esa proporción, explicó que el tener hoy un 51% fue un proceso que llevó casi 5 años. “Técnicamente se puede tener una re-botella 100% reciclada, pero como no existe una reglamentación, se generaría un detrimento en lo que es la calidad del producto. Por eso creemos que lo óptimo hoy es contar con un 51%”.
Los principales desafíos que encuentran las empresas para generar este tipo de productos es la falta de material a reciclar. “Es fundamental la proporción del material reciclable. Para poder hacerlo, necesitamos que separen más residuos en las casas, y así poder tener más material disponible. Y esto va de la mano con un segundo desafío: ¿Cómo lograr como empresa comunicar la importancia de la separación en origen? ¿Cómo comunicar que el rol de cada uno de nosotros como consumidores en esa cadena es muy importante”, enfatizó Dobler.
Por su parte, Leandro Simeone, Coordinador del Grupo AcercaRSE, está implementando el programa “La Basura Sirve” desarrollado en alianza con más de 20 empresas del polo industrial Zarate-Campana, con el objetivo de promover un cambio y generar conciencia. “Trabajamos con chicos de escuelas privadas y apuntamos fundamentalmente a que tomen conciencia de que la basura no es basura, es recurso que tiene un costo. El desafío es trabajar con los más chicos porque son generadores de conciencia, son buenísimos agentes multiplicadores”.
En lo que se refiere a las cooperativas, enfrentan dos desafíos: el primero pensar en cómo llegar al consumidor de tal manera que puedan mostrarle lo simple que es reciclar y todos los beneficios que tiene. Y, por otro lado, la inclusión social que se puede generar reconociendo el trabajo de los recuperadores urbanos.
Además, existe otra cuestión relacionada con la separación en origen: la recolección diferenciada. “Parte de la Ciudad de Buenos Aires y las cooperativas cuentan con camiones preparados para manejar estos reciclado, pero no es simple”, aclara Jalil. Teniendo en cuenta el costo que tiene mantener un vehículo y ponerlo a circular con las normas de tránsito correspondientes, en relación al material que transporta, que en el caso de los envases PET son muy livianos y ocupan mucho espacio, el precio es elevado. “Hemos logrado que algunas empresas o barrios privados entiendan que la recolección diferenciada tiene un costo y que debe ser cubierto por el que produce el residuo”.
Si hay algo en que todos los eslabones se ponen de acuerdo, es que lo principal para que este ecosistema funcione y se siga desarrollando es la acción del consumidor. “Nosotros podemos tener la mejor voluntad, la mejor intensión y trabajar de la mejor manera. Pero si esa botella no llega a la cooperativa o a algún destino sustentable, no se puede hacer nada”, sentenció Jalil.
Asimismo, Briones subrayó lo importante que es que las personas sepan dónde y cómo deben separar los residuos para que la logística sea más llevadera: “Lo fundamental es que haya una separación en origen. Cuando uno compra un producto, en el instante en que es consumido ya no tengo más un producto sino un residuo de envase, y soy yo el que decide dónde va a ir ese residuo”.
Simeone, por su parte, aconseja dejar de lado las culpas de carácter transitivo, tan características en la gestión ambiental: “Cada uno de nosotros tenemos que empezar a ser responsables y conscientes del lugar que ocupamos en el mundo y la responsabilidad que tenemos”. Y pone su esperanza en el trabajo que realiza en las escuelas: “gracias a Dios creo que en las generaciones de abajo la cosa viene más aceitada de lo que somos nosotros y de lo que es gente más grande”.
Fue a Dobler a quien le tocó finalizar el panel, con un llamado a los consumidores a ser más activos al momento de adquirir un producto, desde interpretar la etiqueta hasta interiorizarse sobre el lugar dónde se encuentra y si tiene acceso a un destino sustentable para depositar los residuos. “La separación en origen significa aceptar el rol que cumplís, y una vez que lo aceptas, te transformaste vos y tu entorno. Y si encima generás un impacto ambiental y social, creo que no hay mucho que pensar”, culminó.