Detrás de las colillas

Marian Ventura, Fundadora & CEO de done!

Un proyecto de ley impulsado por una organización ambientalista busca prohibir arrojar colillas de cigarrillos en la vía pública en la Ciudad de Buenos Aires. Detrás de esta iniciativa se abre una discusión más amplia y compleja que es la de la responsabilidad extendida del productor sobre sus residuos posconsumo.

(*) Por Marian Ventura

Este verano, en las playas de Necochea la organización “Yo amo mi playa” se propuso concientizar sobre el residuo de los cigarrillos. En tan sólo media hora, en 70 metros lineales de playa, recolectaron más de 3000 colillas de cigarrillos. Las fotos de la acción son una muestra, ínfima y espeluznante a la vez, de las estadísticas que dicen que se descartan 4.500 billones de colillas globalmente por año.

El filtro del cigarrillo, contenido en las colillas, es el segundo artículo de plástico de un solo uso más contaminante. Un solo cigarrillo contamina entre 500 y 1000 litros de agua y tarda 12 años en desintegrarse. Los filtros están hechos de un plástico denominado acetato de celulosa. Cuando se arrojan en el ambiente, se desecha no solo ese plástico sino también la nicotina, los metales pesados y muchos otros químicos que han absorbido. Además, cuando se degradan se descomponen en pequeños trozos de plástico, llamados microplásticos, que representan una de las mayores amenazas a las vías fluviales y los océanos.

La primera impresión del proyecto de ley, que se está impulsando en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es que “castiga” o responsabiliza al usuario con el objetivo de desincentivar el consumo de la sustancia y reducir el impacto ambiental de este desecho. Pero, si vamos a deshojar la margarita, ¿es responsabilidad del fumador procurar no desechar la colilla en la vía pública? Sí, por supuesto. Y, ¿qué puede hacer hoy un consumidor de cigarrillos con sus colillas?,¿qué destinos adecuados para la colilla se encuentran disponibles en la vía pública? Porque volcarlos a un cesto de residuos de plástico no siempre es una buena idea y sólo sería transportar el problema a un basural a cielo abierto. Y, ¿es responsabilidad del Estado usar el dinero de los contribuyentes para resolver el problema del residuo de los cigarrillos? Cuando nos hacemos estas preguntas es cuando llegamos al principio de REP: responsabilidad extendida del productor. El principio tiene dos objetivos: por un lado, incentivar la fabricación de productos reutilizables o reciclables; y por el otro, trasladar los costos de gestión de los residuos al fin de la vida útil de sus productos.

El principio de REP tiene largo historial de aplicación en Europa y con distintos niveles de legislación en el resto del mundo.  En 2018, como parte de su misión por reducir los plásticos de un solo uso, la Unión Europea diseñó un plan que contempla medidas especiales para los filtros de cigarrillo. Por un lado, que su producción deberá reducirse a la mitad en 2025 y un 80% en 2030. Además, que los países también tendrán que garantizar que las compañías de tabaco cubran los costos de la recolección, el transporte y el tratamiento de los filtros.

Por su parte, las compañías tabacaleras están buscando dar respuestas a la problemática. British American Tobacco y Japan Tobacco Inc. están probando filtros biodegradables, mientras que Philip Morris International Inc. está evaluando la implementación de ceniceros portátiles. Además, realizan estudios de conducta para comprender los hábitos de los fumadores, con la esperanza de evitar una regulación más estricta.

La emergencia climática es acuciante y cada vez hay más conciencia sobre la dirección hacia la que tenemos que ir como humanidad. En este contexto, la regulación empieza a adoptar posturas más duras sobre el impacto ambiental del plástico de un solo uso y de la contaminación de los residuos posconsumo, como el filtro de cigarrillos. La industria argentina deberá decidir si quedarse expectante a estos avances ciudadanos sobre la discusión de la responsabilidad extendida del productor. O puede elegir adelantarse, escuchar y trabajar junto a la ciudadanía. La educación de los consumidores es una estrategia esencial, pero que definitivamente se deberá acompañar con los medios y las herramientas que correspondan para garantizar una correcta disposición, recolección y tratamiento de los residuos al final del ciclo de vida útil de sus productos.

(*) Es Fundadora & CEO de done!, Licenciada en Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires / Master en Gestión de la Comunicación en las Organizaciones de la Universidad Austral. Certificada en la elaboración de reportes de sustentabilidad bajo los GRI Standards, otorgada por la Global Reporting Initiative.

 

 

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