La pandemia, el cambio climático, la caída económica y la polarización social, contribuyeron a aumentar la conciencia ciudadana sobre su poder en el cambio de paradigma que el mundo necesita.
Un estudio de Mastercard reveló el compromiso de los consumidores de algunos países de Latinoamérica con el medioambiente.
Hoy en día los consumidores de todo el mundo tienen una posición clara respecto al consumo reflexivo y un comportamiento consecuente a favor de la sostenibilidad. Estas tendencias también se replican en América Latina, según se desglosa de un estudio de Mastercard, denominado Covid y Ambiente, que fue realizado a nivel global entre febrero y marzo de este año.
Este estudio incluyó a algunos países de América Latina, cuyos encuestados consideran que, ahora más que nunca, es importante reducir su huella de carbono, a la vez que son más conscientes de cómo sus acciones pueden afectar al medioambiente.
El informe reveló también que este sentido crítico asumido por las personas agudizó en ellas su preferencia por empresas comprometidas social y ambientalmente. Es innegable que el consumo consciente tuvo un crecimiento sostenido en la última década. Sin embargo, los cambios en las actitudes y acciones aumentaron de manera vertiginosa como resultado directo del COVID-19.
Es por esto, que a medida que los consumidores de la región les piden a las empresas y a las marcas que se comporten de forma más sostenible y ecológica, también les señalan cuáles son las principales áreas en las que esperan que las empresas se comprometan.
Del estudio Covid y Ambiente se pueden deducir algunas aristas. Por citar algunos ejemplos, un 37% de los colombianos y un 48% de los brasileños encuestados apuntan a la reducción de residuos. La contaminación del aire y del agua preocupa a un 51% de los colombianos, a un 48% de los mexicanos y a un 43% de los brasileños. En tanto que la contaminación por plásticos en los empaques y productos es un tema relevante para un 39% de la población de México y un 25% de Brasil.
Según el estudio, el enfoque en el reciclaje es también uno de los principales cambios como resultado del COVID-19, viéndose reflejado en las opiniones de un 72% en Colombia, 62% en México y 55% en Brasil.
En sintonía con este cambio de comportamiento de los consumidores, muchas empresas vienen trabajando desde hace varios años y algunas de ellas redoblaron sus esfuerzos desde la crisis sanitaria para avanzar en temas sociales y medioambientales, procurando ser más competitivas y productivas.
Mastercard es una de ellas y, en consonancia con sus compromisos sociales y medioambientales, ofrece productos y servicios como las tarjetas fabricadas con materiales sostenibles para reducir los residuos de plásticos. Según su Reporte de Sostenibilidad, en el año 2020 ya superó las 10 millones de tarjetas elaboradas con materiales sostenibles aprobadas.
Además, asumió el desafío de alcanzar cero emisiones netas para el año 2050, sobre la base de los objetivos existentes basados en recomendaciones científicas. Asimismo, emitió un bono de sostenibilidad de 600 millones de dólares para respaldar la reducción de carbono, en apoyo a las opciones ambientales para clientes y con el objetivo de promover el crecimiento inclusivo.
Coalición Priceless Planet
La Coalición Priceless Planet es una red de empresas comprometidas con la conservación del planeta para hacer frente a los incendios forestales, a través de un modelo de restauración que no solo se centra en la plantación de 100 millones de árboles, sino en la regeneración de bosques en las zonas geográficas con mayor necesidad y mayor potencial de tener un impacto positivo en el clima, la comunidad y la biodiversidad.
Lanzada por Mastercard en enero de 2020, esta iniciativa sigue ganando impulso a nivel mundial y, según el Reporte de Sostenibilidad, en la actualidad cuenta ya con 60 empresas aliadas. Esta plataforma reúne los esfuerzos de consumidores, instituciones financieras, comerciantes y ciudades para luchar contra el cambio climático, mediante la restauración de 100 millones de árboles en un plazo de cinco años. Además cuenta con la participación de expertos de la Conservation International (CI) y World Resources Institute (WRI).