Doble Materialidad: el arte de integrar los recursos de las empresas y la estrategia de los negocios a la sostenibilidad

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María Eugenia Bellazzi, Socia en Sustenia.

(*) Por María Eugenia Bellazzi

En la actualidad, las empresas enfrentan un imperativo claro: integrar la sostenibilidad en sus operaciones y comunicaciones. Ya no se trata de hablar de un programa aislado o un producto particular, o el trabajo de un área determinada; es el momento de integrar la sostenibilidad al ADN de las organizaciones, pensar distinto al momento de gestionar un negocio.

Los empresarios deberíamos preguntarnos: ¿Cuál es el fin de la compañía en la cual trabajo? ¿Cuál es mi propósito? ¿Dónde debo apuntar mis recursos para generar un impacto genuino y positivo en la sociedad, y al mismo tiempo hacer crecer mi empresa?

Estas preguntas, y otras que surgen al momento de incorporar el concepto de sustentabilidad o sostenibilidad en las organizaciones, se responden con la “doble materialidad”. Es por eso que este análisis lo toman los principales lineamientos y estándares internacionales: los Estándares de la Global Reporting Initiative (GRI) o los Estándares del Sustainability Accounting Standards Board (SASB); organizaciones y mesas de trabajo – Value Reporting Foundation (VRF), la Junta de Normas de Divulgación Climática (CDSB), la Task Force on Climate- Related Financial Disclosures (TCFD)–; y también la nueva normativa de divulgación no financiera: las Normas Europeas de Información de Sostenibilidad (NEIS), y las Normas Requerimientos generales sobre Sostenibilidad (NIIF S1) y sobre Clima (NIIF S2).

Para entender su importancia, es clave comprender que el concepto de ASG (ambiental, social y de gobernanza), de triple impacto o la idea de la contribución de las empresas al desarrollo sostenible abordan múltiples agendas sociales y ambientales para las cuales se demanda al sector privado una activa participación. Sin embargo, entendiendo los recursos limitados de las empresas y la importancia de destinar eficientemente esos recursos para el logro de objetivos de negocio y optimización de los impactos, las organizaciones deben decidir qué agenda, tema, o aspecto deben trabajar en su gestión de negocios. Sería utópico
pensar que todas las empresas pueden contribuir a todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, por ejemplo.

Es por eso es imperioso que cada empresa, antes de delinear su estrategia de negocios con una mirada en la sostenibilidad, pueda seleccionar aquellos temas en los cuales considere que su contribución va a ser más significativa y relevante. Este ejercicio se denomina la “MATERIALIDAD DE IMPACTO”. Es un proceso en el cual las compañías, en base al contexto en el cual operan, el perfil de sus grupos de interés, los sectores productivos en donde se encuentra y un análisis profundo del entorno y su negocio; seleccionan aquellas agendas económicas, sociales, ambientales y de gobernanza en las cuales sus actividades tienen un mayor impacto que puede ser positivo o negativo, real o potencial. Esta selección permite a las empresas focalizar sus recursos y fortalezas para acompañar de forma óptima el desarrollo de las comunidades y la preservación del planeta.

Ahora bien, a la “materialidad de impactos” que las empresas vienen haciendo desde hace
algunos años, guiadas principalmente por los Estándares GRI, se suma un nuevo análisis que es la “MATERIALIDAD FINANCIERA”. Esta fue introducida por la normativa europea y ya están presente en las normas NIIF de sostenibilidad.

Su inicio radica en la teoría de que las empresas hacían un estudio parcial de impactos, ya que no tenían en cuenta las consecuencias de dichas agendas ambientales y sociales en
su propio negocio y en sus finanzas. De esta forma, la normativa de divulgación no financiera
complementa el ejercicio de materialidad que se viene realizando hace un tiempo, con un análisis de los riesgos y oportunidades que trae el desarrollo sostenible y el contexto actual en los negocios. Este análisis fue demandado por los inversores, accionistas y el mercado de capitales ante las dificultades reputacionales, comerciales y operacionales que tuvieron grandes empresas debido a situaciones de derechos humanos, licencia para operar, crisis climáticas, aspectos de ética, transparencia y corrupción.

Así, la importancia de este enfoque no se limita solo a cumplir con regulaciones más estrictas; responde a una demanda creciente de transparencia por parte de inversores, consumidores y reguladores. Los inversores buscan información clara sobre los riesgos y oportunidades ASG, mientras que los consumidores prefieren apoyar empresas éticas y sostenibles. Por otro lado, las autoridades regulatorias están estableciendo estándares para asegurar una divulgación completa y responsable.

Por lo tanto, la materialidad de impactos y la financiera forman el concepto de “doble materialidad”, en donde el análisis tiene dos vías: las consecuencias del contexto en le negocio, y las consecuencias del negocio en el contexto.

Su implementación enfrenta desafíos significativos. La identificación precisa de impactos relevantes, la recopilación de datos confiables, el conocimiento profundo de sus grupos de interés, el involucramiento de las áreas clave y el gobierno corporativo para la toma de decisiones, y la integración de la materialidad en la estrategia corporativa son retos complejos que requieren compromiso y recursos adecuados. A pesar de ello, según el último informe de “Reporting Matters 2023” del World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) ya el 55% de los informes consultados reportaron el ejercicio de doble materialidad.

Las áreas clave involucradas en este análisis incluyen sostenibilidad, finanzas, legales, riesgos y operaciones, cada una desempeñando un papel fundamental en la evaluación de los impactos ASG y financieros de la empresa. Ellas tienen que analizar en detalle cada paso del proceso, y además superar la resistencia al cambio y adaptar prácticas empresariales esenciales para una adopción efectiva de los resultados que provea la doble materialidad.

Es en este caso cuando se evidencian mejoras en el desempeño financiero hasta el fortalecimiento de la reputación de marca. Además, las organizaciones que adoptan prácticas robustas de sostenibilidad están bien posicionadas para generar valor a largo plazo y responder efectivamente a las demandas actuales. Según un estudio realizado por MSCI ESG Research, las empresas con calificaciones ASG más altas tienen costos financieros más bajos, tanto en los mercados de acciones como de deuda; incluso después de tener en cuenta el mercado interno, el sector y la calidad crediticia.

En resumen, en un contexto regulatorio cada vez más estricto, los inversionistas, consumidores y reguladores están aumentando su demanda de información clara y detallada sobre los impactos ASG de las empresas. Además de estas demandas, la doble materialidad tiene un beneficio puertas adentro: permite ordenar las prioridades del negocio, los recursos de las empresas y el trabajo de las áreas para optimizar sus impactos y resultados, previniendo posibles riesgos y encontrando oportunidades en el mercado.

De esta forma, la transparencia mejorada y la reputación reforzada son factores clave que influyen en la preferencia de los consumidores y en las decisiones de inversión; y al mismo
tiempo se integran consideraciones de sostenibilidad en todas las etapas de su cadena productiva para fortalecer la posición competitiva y asegurar un desempeño empresarial sostenible a largo plazo. No es más que estar mejor preparados para enfrentar los retos del futuro, mientras generan valor significativo para la propia empresa, la sociedad y el ambiente.

(*) Es Socia de Sustenia

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